martes, 11 de octubre de 2011

Lo que siempre fuimos

Pensamos, ilusos de nosotros, que la vida y sus circunstancias nos van cambiando. Que la gente que conocimos, los lugares que visitamos, las personas a las que amamos, las ciudades que habitamos nos fueron modelando. Pero y si fuera al revés. Y si nosotros y la manera en que queremos modelarnos nos hace elegir la gente que conocemos, los lugares que queremos visitar, las personas a las que deseamos amar aunque a veces hubiera sido mejor odiar, las ciudades que buscamos y rebuscamos hasta adherirlas a nuestro DNI. Y si hubiéramos sido como somos siempre.

Pero encontes si crecer es cambiar, en mi teoría, nadie evoluciona. Pero no es verdad. Evoluciona la imagen que damos al mundo y que ya contenemos. Somos como un cubo de Rubik, con mil caras distintas, con mil piezas que, dependiendo de cómo se coloquen, dan una visión u otra. Nos hacen de una manera u otra. Pero las piezas, lo que somos, lo que siempre fuimos, está ahí desde siempre. 

¿Y por qué me ha dado por ahí? Porque hace poco me hicieron un regalo. Era un viejo cuaderno de rayas, escrito a lápiz con una letra insegura, cuadrada y sin tildes. Tras esa letra insegura estaba yo. Y leerme en cada línea, en cada redacción del colegio, en cada pequeña historia era descubrir lo que siempre había sido. Lo que pensé que me habían dado otros y sin embargo, ya estaba en mí. Al menos la semilla.
Encontré, por ejemplo, esto:
El lobo nada feroz.   
Había una vez tres cerditos que estaban haciendo una casa en una pequeña ciudad. Cuando estaban haciendo las paredes estalló una tempestad. Y en ese momento llegó el lobo dando voces. Los pobres cerditos no sabían donde meterse. 
El lobo, no era el lobo feroz y solo querían invitar a los tres cerditos a su casa.   
Y allí, pasaron un día muy feliz.   
Fin.

Y sin saber, sin intuir lo que siempre fuimos, veinte años después, sin conocimiento ni memoria, yo escribí esto: El malo del cuento.
No me digan que no es sorprendente.
Lo sé desde mucho antes: escribo para no olvidarme nunca de lo que siempre fui.

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas