De pequeña era capaz de adivinar que llegaba con sólo escuchar su taconeo a lo largo del pasillo del colegio. Siempre combinaba zapatos y bolso por lo que cada mañana, antes de subirnos al coche tenía que cambiar las cosas de uno a otro, negro, marrón o azul. Solo recuerdo haberla visto conducir una vez a pesar de que renueva religiosamente su carné. Yo soy igual en eso.
También, supongo, en lo de contradictoria. La mayor bronca que tuve con ella fue por querer teñirme el pelo de azul y cuando me cansé y quise quitármelo le pareció fatal porque decía que estaba muy guapa. Siempre hace cosas así.
Nos llevamos 30 años (30 años y medio exactamente) y cada vez que me pongo la falda blanca ibicenca me recuerda que salió a pasear por Salamanca con esa misma prenda apenas una semana después de que hubiera nacido. Por cierto que esta semana, en Beirut, pasamos junto al antiguo campo de refugiados de Sabra y yo pensé en ella con un bebé casi recién nacido en brazos llorando ante las imágenes de la televisión. Me lo ha contado muchas veces.
Se acerca a los sesenta de la misma peligrosa manera en que yo me acerco a la treintena pero está estupenda y sigue pintándose la raya del ojo aunque sea para estar en casa. La he visto hacerlo un millón de veces y quizá por eso yo también me la pinto a menudo.
Ha puesto Internet solo y exclusivamente para leer mi blog y aunque al trabajo los pasteles los lleve siempre el día de la mujer trabajadora los que la conocemos sabemos que no, que es hoy cuando hay que decirle felicidades.
Seguro que llora leyendo esto y en eso también nos parecemos.
Lloramos por todo.
También, supongo, en lo de contradictoria. La mayor bronca que tuve con ella fue por querer teñirme el pelo de azul y cuando me cansé y quise quitármelo le pareció fatal porque decía que estaba muy guapa. Siempre hace cosas así.
Nos llevamos 30 años (30 años y medio exactamente) y cada vez que me pongo la falda blanca ibicenca me recuerda que salió a pasear por Salamanca con esa misma prenda apenas una semana después de que hubiera nacido. Por cierto que esta semana, en Beirut, pasamos junto al antiguo campo de refugiados de Sabra y yo pensé en ella con un bebé casi recién nacido en brazos llorando ante las imágenes de la televisión. Me lo ha contado muchas veces.
Se acerca a los sesenta de la misma peligrosa manera en que yo me acerco a la treintena pero está estupenda y sigue pintándose la raya del ojo aunque sea para estar en casa. La he visto hacerlo un millón de veces y quizá por eso yo también me la pinto a menudo.
Ha puesto Internet solo y exclusivamente para leer mi blog y aunque al trabajo los pasteles los lleve siempre el día de la mujer trabajadora los que la conocemos sabemos que no, que es hoy cuando hay que decirle felicidades.
Seguro que llora leyendo esto y en eso también nos parecemos.
Lloramos por todo.
12 comentarios:
Alegrìa y lagrimas, fantàstico regalo.
Gracias Marìa, por tu sensibidad y cariño. No cambies nunca.
Qué buen homenaje, María.
Beso
Precioso regalo. Dedicar unas lineas de corazón nunca se olvida.
MUAKKS de felicitación.
Ay, las madres. A mi también me has arrancado una lagrimilla. Felicidades, a las dos.
bss
Precioso, me uno a las felicitaciones...
saludos y salud
Muchísimas Felicidades a tu santa, ordenada, contradictoria, coqueta, progresista y tierna madre.
Besos
Precioso regalo... No es para menos, claro.
Felicidades a la homenajeada y felicidades a la artista, por emocionarnos tanto, siempre.
Un beso grande a las dos
Madre no hay mas que una, enhorabuena a las dos!
No se si a tu madre, pero a mi las lagrimitas se me han escapado, jodía que bien escribes!
Felicidades Toñi! (con pelin de retraso)
Pues yo me he puesto muy contento de imaginaros a las dos.
transmito felicitaciones...
un abrazo a todos!
¡Qué bonitas palabras! Yo me sentiría orgullosa, feliz, colmada si mi hija o mi hijo me dedicaran unas palabras tan hermosas y tan entrañables.
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