jueves, 21 de julio de 2011

Estos días...

Pasaron sin querer los meses. Como siempre desde que dejamos de ser niños, el verano nos pilló de imprevisto. Hubo quien cumplió treinta. Hubo una desmemoria histórica que cumplió 75 veranos de tragedia. Hubo quien cumplió un sueño. Hubo sueños rotos también.

Entre tanto, el vestido a rayas se quedó mudo, como un vestido sin color, como una raya sin superficie. No estábamos a lo que estábamos. No estábamos. Quizá guardé las historias en cajas, como el resto de los recuerdos, de los tres años de Marías. Como la sombra de amores contrariados, como la cama en la que no fui feliz. Abandonada en un lugar que ya no es propio.

Así que me mudé de casa, casi de mundo. Escribí un cuento, planeé una huida, arreglé mi bici, me compré otro ordenador y seguí esperando.

Pero mis cambios eran los más pequeños. Los menos importantes.

La ciudad entera se llenó de flores, de ideas, de palabras. Las plazas alzaron sus manos y gritamos fuerte, tan en silencio que nuestra imagen dio la vuelta al mundo. El sol nos alcanzó a todos, tan fuerte que su brillo me hizo llorar de alegría, de emoción, de esperanza. Fuimos uno y fuimos todos. Comenzó la revolución.



Y así seguimos. Convirtiendo esta ciudad vertical en un lugar horizontal donde cabemos todos.
Esta vez sí que es el futuro,
acechando,
incordiando,
esperando.

Caminando por el asfalto caliente de este país que despierta.
Dispuesto a recuperar lo que es nuestro.

Así que ya sabes.
Estos días búscame en Sol.
Prometo ponerme el vestido a rayas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por escribir tan bonito. Gracias por tanta esperanza.

gemotilia dijo...

Siento tus rayos de nuevo y me gusta!!!! Sigue brillando

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas