viernes, 30 de diciembre de 2011

Gaviotas

Las gaviotas sobrevuelan la ciudad de Oporto. Planean sobre el Douro, le siguen en su camino hacia el fin. Nosotras también le acompañamos y visitamos la playa. Este Atlántico frío no riza mis cabellos y posado a nuestros pies, tan inmenso y profundo, pienso primero en Nueva York, como si alguien en la otra orilla estuviera pensando exactamente lo mismo que yo. Después me pregunto cuándo se tragó el mar al río, cuándo este desapareció sumergido entre sus olas y su agua salada. En qué línea imaginaria dejó una cosa de ser otra. Desapareció. Se transformó.

Hace un frío húmedo en Oporto pero un sol brillante y dorado. Las gaviotas nos gritan desde el cielo y me asustan. Luego tropiezo. Otra y otra vez. He tropezado tantas veces en esta ciudad que doy pasos inseguros por sus calles empedradas pero no dejo de mirar su cielo limpio, de cerrar los ojos mientras respiro esta ciudad hermana. Nos encontramos una muralla, una iglesia, un mercado, una estación. Subimos y bajamos en esta ciudad de cuestas y azulejos, de edificios abandonados, de vinos dulces y pescados sabrosos. Agotamos el día, agotamos diciembre. Se nos agotaron los días del calendario. 

Descubro, no obstante, que no he dedicado ni uno solo de mis pensamientos, desde que llegué aquí, al año que se acaba. Tampoco al que empieza, aunque de eso ya se encargan las noticias en el diario: ser más pobres para parecer más ricos, esa es la consigna. 

No me pregunten por qué pero tengo la sensación de que las gaviotas no solo nos sobrevuelan en Oporto. No solo me asustan en Oporto. 

2 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Como siempre, una entrada limpia y bien escrita. Que llega.

A mí también me dan miedo las gaviotas.

Feliz año, te deseo lo mejor a tí y a los tuyos. Besos.

Salud y República

María a rayas dijo...

Gracias Rafa, feliiiz 2012 para ti y los tuyos también


y que las gaviotas nos cojan confesados...

Un beso

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas