martes, 1 de febrero de 2011

La mosca

Ellos creían que nos habíamos cansado de protestas y que les habíamos dejado libres para seguir en su alucinada carrera hacia la guerra. Se equivocaron. Nosotros, los que hoy nos estamos manifestando aquí y en todo el mundo, somos como aquella pequeña mosca que obstinadamente vuelve una vez y otra a clavar su aguijón en las partes sensibles de la bestia. Somos, en palabras populares, claras y rotundas para que mejor se entiendan, la mosca cojonera del poder.
Manifiesto contra la guerra.
José Saramago
15 de marzo de 2003.

Quisimos creerlo con tanta fuerza que la decepción, cuando llegó, fue mayor. Luego vino el cambio, pero las tropas ya estaban allí. Volvieron, pero dio igual. La herida estaba hecha. La cicatriz ya no se borraría nunca.

Habíamos dejado de tener veinte años, novios revolucionarios, fe en la política. Habían cambiado cosas y necesidades, y el mundo, las posibilidades, daban vértigo. Estábamos perdidos. Estábamos buscándonos. Así que cambiamos la calle por la palabra, por la acción pequeña y diaria. Por los asuntos propios. Y al final qué: la indiferencia. El olvido.

Ellos creían que nos habíamos cansado de protestas y era verdad. Ya no creíamos en ellas.

Pero la pequeña mosca que todos llevábamos dentro volvió a hacer sonar su zumbido. Era muy lejos de aquí pero el rumor de la mosca cojonera se oía perfectamente. Era una y otra y otra, así hasta miles. Llenaron las calles, llenaron las plazas, llenaron las portadas de los periódicos y ocuparon los espacios informativos de las televisiones de todo el mundo. Gritaban libertad, gritaban democracia. Pedían que no nos rindiéramos. Que siguiéramos creyendo.

Y la calle volvió a ser nuestra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito! que la calle esté tomada por el pueblo pidiendo libertad. Deseo que este aluvión de voces no sea manipulada por los fanáticos y sean ellos los que tomen el poder.
Besitos.

NáN dijo...

Así de sencillo. Queda ahora lo difícil, que no vengan otros a servirse de ellos. Pueden no consentirlo.

María a rayas dijo...

Tenéis razón, el problema viene ahora, pero lo que es innegable es que la fuerza de la calle, de lo que cada uno como miembro de la sociedad puede hacer ha quedado demostrado, ¿no creeis?

besos

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas