lunes, 30 de noviembre de 2009

Fluir

Ignorantes de un futuro que proyectamos continuamente en nuestro pasado, echamos la vista atrás en el escaso minuto en que coincidimos en el baño, tú con los pantalones bajados, yo pintándome el ojo justo antes de salir. Me recuerdas con la mirada dormida que ya lo dijimos antes, que éste sería un año de cambios, que lo anunciaba la vida. Que cerrábamos un ciclo.

Lo dijiste entonces y lo dices ahora, con tu cuerpo llenándose de formas redondas, tu cabeza repleta de planes y las maletas a punto de salir por la puerta. Abrimos ciclo, como se abren las paredes de tu útero fértil y la vida nos recuerda que es puro fluir.

Yo arranco fotos de una pared de oficina destartalada y tú haces lo propio de una habitación verde que apenas fue tuya un segundo pero en la que se forjaron los primeros momentos de esta nueva vida. Donde colgaste un calendario que marca las semanas y no los días, donde guardaste fotos en blanco y negro y los primeros regalos. Donde fuiste consciente de toda tu feminidad y de la varonil presencia que te crece dentro.

Miro las fotos y las sonrisas de entonces que ignoran la inquietud de ahora, la felicidad venidera. Observo los pies que nos llevaron hasta este punto y me pregunto si ellos ya sabían.

De este fluir.
De la vida.

jueves, 26 de noviembre de 2009

noviembre

Todo está oscuro pero no tengas miedo. Es tan fácil como darle al interruptor y dejar que la oficina se ilumine con esta luz blanca y aséptica. En nuestro silencio nos aturullan los teclados traqueteando mecánicamente. Se me ha rizado el flequillo con la humedad y mi mesa está llena de trastos inútiles. Fuera de aquí la niebla embellece la ciudad y la convierte en un lugar mágico donde pueden producirse todos los encuentros imposibles. Encerrada aquí maldigo ese cristal sin limpiar. Tal vez pasaron años desde la última vez. No confesaré que soñé contigo. Vine de paso y aquí me quedé. Tú te fuiste. Tú volviste y yo no hice nada. Esa fue mi opción.

Zanjas en las calles, taxis con la luz verde, charcos en las calles. Luces de navidad, colas en doña Manolita, anuncios de perfume en la televisión. Aniversarios y flores. Sueños en una maleta.

Ya ves.
Se nos ha escapado noviembre.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La estrambótica

estrambótico, ca.
1. adj. coloq. Extravagante, irregular y sin orden.



Salió de la oficina con el pensamiento negro y las medias verdes murmurando maldiciones en alto y gesticulando con los brazos. Una voz interior le leía la cartilla y le sermoneaba sobre la vida. Está bien, gritó, haré propuesta de enmienda, y se dirigió al centro de la ciudad a renovar su vestuario. Lo prometo, dijo, vestiré de negro.

Así que se compró una camiseta, una falda, un vestido, unas medias. Todo negro. Y se dijo que a partir de aquel día sería una persona seria a la que le tomarían en serio. Estrambótica, ¿yo? Eso nunca.

Y salió de casa a la mañana siguiente con su nueva vestimenta. Una no estrambótica que anda por la calle, un punto negro más en la maraña de gente gris del metro. Una chica seria, sí señor.

Pero no le fue mucho mejor. Tuvo un día de perros, trabajando como una negra, con el jefe poniéndola negra con cada comentario, viendo un futuro negro reflejado en su ropa del mismo color. Al salir de la oficina, después de aquel día tan monocromático, volvió a tener una discusión con su voz interior. Esta vez fue ella quien le leyó la cartilla. ¿Estrambótica? ¿Por qué no?


Y estrambótica se quedó.
(Eso sí, siguió usando la ropa negra para hacer excentricidades de vez en cuando, que para eso la había comprado :o)

viernes, 6 de noviembre de 2009

Y se queda Madrid

Se queda a este lado de la Gran Vía, con las plantas colgando en el balconcito que vio pasar veranos, periódicos y bocas carnosas de tomate y aceite. Se queda esperando, con ese abrazo de nubarrones y lluvia ácida, de pintadas por las paredes reivindicando la nada, con su galopar de autobuses eléctricos, con sus fiestas guardadas en pisos recién estrenados. Se queda Madrid y yo vuelvo a visitar un aeropuerto y a mirar hacia atrás y a contar los días.

Desconecto. Unos días.

Pero, soy insoportable, siempre quiero lo que no tengo.
Esta ciudad a la que le soy infiel de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por poner un ejemplo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Requiem



Hace mucho que nos cayó la lluvia en aquella ciudad sumergida. A la vuelta yo miraba a la nada en mi habitación sin ventanas y te sentía sobrevolando mi casa como un demonio camino al infierno. Luego llegó el invierno más frío, la cama repleta de silencios, la nostalgia que se quedó para siempre. No quemamos los papeles y sin embargo ardió la hoguera y vinieron los fantasmas y pasó un verano.

Y volvió el día de muertos. Comí buñuelos de trufa, sentí el crujir de mis huesos, felicité a una amiga.

Pensé en mis cadáveres exquisitos y los descubrí podridos, malolientes, olvidados en una caja de zapatos.
Recité de memoria una oración y dejé que sonara el requiem.

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas