jueves, 23 de agosto de 2012

La casa ya no es un hogar




La casa ya no es un hogar. Es un lugar frío en este Madrid ardiente.
La casa ya no es un hogar. Es un lugar vacío-cerrado, que no vacío-abierto.

Era vacía-abierta cuando llegamos a ella. No había nada y las paredes blancas nos invitaban a pintar. Y eso hicimos. Pintamos un montón de preguntas y un montón de sonrisas y un montón de lágrimas también. Ya sabes lo llorona que soy a veces. Era vacío-abierto a la nueva vida, a ese Madrid desconocido y propio, a esos domingos de calma en Chueca Town. Luego además vinieron viernes en el balcón y sábados de jarana. Abierto a madrugones y madrugadas.

La casa que era un hogar acogía a quien gritara nuestro nombre desde la calle, a quien oyera las teclas gastadas de la máquina de escribir desamores, a quien se fumara los cigarros y las noches frente a un ordenador lleno de proyectos. A quien subiera a tocarse una rola. La casa que era un hogar lo era un poco de todos los que pasaron frío en aquel salón repleto de sofás. Aquellos que compartieron esquinas de la cama, vasos de vino, fiestas de disfraces, domingos de limpieza.

La casa que era un hogar, hoy es vacía-cerrada. Llena de agujeros que como cicatrices marcan donde colgamos nuestros pensamientos, donde aferramos nuestros recuerdos, donde clavamos nuestros amores. Agujeros de los que ya no cuelga nada. Todo nos lo llevamos amontonados en cajas de cartón, tatuado en nuestra piel.

La casa que ya no es un hogar sigue impasible en el mismo punto de la calle San Marcos. Ve pasar parejas de hombres tatuados desde su balcón. Ve pasar travestis en dirección al Día. Ve pasar modernos desfasados en busca de un after para tomarse la penúltima. Ve pasar artistas, ejecutivos, padres de familia, abuelas con bastón, turistas despistados, motoristas, perros. Alguna vez también niños.

El hogar que ya no está en esa casa viaja en furgoneta. Va rumbo al sur sin perder el norte.
El hogar que ya no está en esa casa viaja también en bicicleta. Y en carricoche.
Se expande, como el universo.
Se transforma, como la energía.

Y lo abarca todo.

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas