Para P.
por los bailes en la cocina
por los bailes en la cocina
Cuando dejaron de ser extraños comenzaron a verse cada día y bailaban sin darse cuenta siempre que tenían ocasión. Se acaramelaban con la música de Ella Fitzgerald encima del sofá de la casa de ella justo antes de quitarse la ropa, se desmelenaban con alguna canción de Elvis mientras esperaban a que se descongelara el pescado. Se hartaron de caipirinha y de música samba el día que el camión de las mudanzas llevó sus muebles a aquel pisito tan cuco cerca de Tirso de Molina.
No dejaron de bailar después. Lo hacían en la cola del autobús, por los pasillos de congelados del supermercado, en el salón oscuro los domingos de lluvia, en la playa brillante las tardes de verano.
No dejaron de bailar después. Lo hacían en la cola del autobús, por los pasillos de congelados del supermercado, en el salón oscuro los domingos de lluvia, en la playa brillante las tardes de verano.
Un día alguien les sugirió que se apuntaran a bailes de salón. Si lo hacéis tan bien sin tener ni idea, imaginaros si aprendéis algunos pasos. A ellos les entusiasmó el plan y buscaron una academia cerca de casa a la que acudir los lunes por la tarde. Un paso adelante, dos cortos detrás y ahora una vuelta. Parecía fácil, pero empezaron los problemas.
Vas demasiado deprisa.
Vas demasiado lento.
Son dos pasos no tres.
Déjame que te lleve yo.
Quieres no pisarme.
Un lunes ninguno se presentó en la clase. Se encontraron en casa y prefirieron no decirse nada. Pero al encender la tele para llenar aquel silencio un grupo de famosos se esforzaba por hacer coreografías perfectas para ganar un premio benéfico.
Cuando meses después volvió el camión de la mudanza, en aquel piso tan cuco de Tirso de Molina hacía mucho tiempo que ya no bailaba nadie.
Vas demasiado deprisa.
Vas demasiado lento.
Son dos pasos no tres.
Déjame que te lleve yo.
Quieres no pisarme.
Un lunes ninguno se presentó en la clase. Se encontraron en casa y prefirieron no decirse nada. Pero al encender la tele para llenar aquel silencio un grupo de famosos se esforzaba por hacer coreografías perfectas para ganar un premio benéfico.
Cuando meses después volvió el camión de la mudanza, en aquel piso tan cuco de Tirso de Molina hacía mucho tiempo que ya no bailaba nadie.
9 comentarios:
Es q bailar es algo muy difícil...
Hay algo para ti en mi blog.
Intentar normalizar todo, sin dejar libertad de acción ni lugar para la improvisación, puede acabar tan aburrido como una academia de baile y con el amor.
Tosabu dice ...........
Espero no acabar como la protagonista de tu relato, llevo mucho tiempo bailando y peleándome .....que eran dos pasitos para adelante, nooooo....
uno para atrás......pero, a pesar de todo tiene su encanto.
Besos amenizados con milonga argentina.
ahí que mala es la cotidianidad... que mala es
Me ha gustado
saludos y salud
Jo, Mari, qué bueno. Qué medido todo (tres líneas para esto, una para aquello que sitúo al final) en esta historia de lo desmedido.
Has conseguido emocionarme, imaginándote esperando el camión de mudanzas con los pies quietos (que sí, que ya sé que esto es literatura).
Pero también me ha emocionado al sentir que tu historia ha provocado un altercado dentro y algunos recuerdos borrados empezaron a no querer estarse quietos. Los muy cabrones.
El palabro es "ousic", que queda perfecto si lo antecedemos de la "m" de María.
El ritmo interior, ese que solo conocen dos, no puede coreografiarse desde fuera. Siempre será un error total hacerlo...
Podría decirte que me encantan tus historias, pero me da tanto miedo repetirme y repetirme....
Claro que, qué coño, si es verdad...
¡¡¡Qué bueno!!!!
Sara, bailar es difícil, por eso cuando encontramos a alguien con quien hacerlo y lo hacemos bien...¿por qué tratar de cambiarlo? (si lo perfecto no existe...)
improvisar, Rafa, es algo necesario en muchos casos, y en el amor más, que luego todo se vuelve aburrido...
Tosabu, tú no acabarás así, más que nada porque vosotros vais al revés que estos personajes. Habéis aprendido primero y ahora si no os salen los pasos improvisais...y tan ricamente...
la cotidianidad no tiene por qué ser mala, Álvaro, lo que es malo es no saber como enfrentarse a ella (creo que me he hecho un lío...)
Nan, a mi imáginame mejor bailando en el ascensor o en la cola de la pescadería (ya sabes que yo los pies quietos difícil es...)Me alegra que te haya gustado el texto y que te haya removido. (dile a los cabrones que como no se estén quietos les apuntamos a una academia, no de baile, sino de algo peor: spinning...)
Brujaroja, siempre es un placer verte asomada por aquí. Mil gracias
un abrazo fuerte a todos!!!
Me encanta, me encanta, me encanta, lo habre leido 4 o 5 veces y no se si será por el acorde que le da Sinatra que cuando acabe de escribir esto lo volveré a leer.
Me encanta....porque me gusta bailar.
Me encanta... porque me gustan los extraños en la noche que dejan de serlo
Pero por lo que más me encanta... es porque lo has escrito TÚ.
alaaaaaaaaaaaaa
pelotaaaaaaaaaa
eso además es no ser muy objetivo...
pero aceptamos barco...
(a mi tb me gustas tú....)
besote
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