Quizá el viaje debió ser de otra forma. Durmiendo y no escuchando a los Beatles a cada rato, cada momento en que el teléfono tiembla. Sueño con otra tormenta de nieve, en otras coordenadas, en otro lugar. Sueño con una autopista hecha por unas manos conocidas que se perdieron en el tiempo y el desamor y no, no huele a galletas Aguilar de Campoo.
A mi llegada los huesos crujen como el suelo de esta residencia. Veo el mar desde mi ventana, y verde, y roca. El teléfono no para de sonar recordándome que no, que esto no son vacaciones, a pesar del mar, el verde y la roca. Miro el reloj constantemente y siempre acucia, que hago aquí si ya tengo que estar abajo y el mar tan cerca, tan calmo.
Pero no, no hay calma. Me reclaman.
Salgo corriendo.
A mi llegada los huesos crujen como el suelo de esta residencia. Veo el mar desde mi ventana, y verde, y roca. El teléfono no para de sonar recordándome que no, que esto no son vacaciones, a pesar del mar, el verde y la roca. Miro el reloj constantemente y siempre acucia, que hago aquí si ya tengo que estar abajo y el mar tan cerca, tan calmo.
Pero no, no hay calma. Me reclaman.
Salgo corriendo.
3 comentarios:
Corre ministra corre. Que te espero al final e una autopista, en una ciudad que no duerme mucho, sin mar, sin rocas, sin verde. Allí te espero
Besos
¿¿¿¡¡¡pero quién demonios nos engañó tantooo!!!???
Niña, no se puede una confundir trabajo con vacaciones aunque este estè en un lugar paradisiaco con ventana que miran al mar, roca y agua.
Alguna vivencia habrás traido en tu mochila y la compartirás con nosotros.
Besitos salados.
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