viernes, 6 de agosto de 2010

árboles

Un árbol se marchita durante el fuego cruzado y su tronco rasgado y muerto ya no importa a nadie aunque se luche por ello. No es el árbol, es la tierra sobre la que están asentadas sus raíces la que provoca el estruendo de las bombas. Si fuera por sus ramas fuertes, por su sonrisa verde, por su tronco arrugado, por el dulce rumor de sus hojas. Si lucháramos por eso quizá no todo estaría perdido.

Un árbol en una frontera imprecisa provoca una guerra y un corazón se encoge al otro lado de la montaña. Esperas que llegue el viernes y el muecín llame a los fieles desde el alminar y a la ciudad omeya se la trague el polvo amarillo de una carretera y otro sello en el pasaporte y el cambio de moneda y ella que espera en esa ciudad desvencijada. Pero la guerra no entra en tus planes y por eso da miedo.

Bajo las ramas de un árbol de una ciudad cualquiera nos comemos a besos. Su sombra nos salva de esta ciudad-desierto, ciudad-infierno, ciudad-acero, ciudad-tanques y playa gris. Sus hojas susurran palabras de amor que te repito al oido mientras te hago cosquillas en los pies y prometo ser siempre tu guerrero. No luchamos en balde.

Planta un árbol con sus manos pequeñas y rechonchas. Es el día del árbol y en el colegio nos llevan hasta lo alto del monte que un día fue fortaleza árabe. Hubo siete torres y siete puertas y las siete saltaron por los aires, me cuenta y vuelve orgullosa a casa y promete al árbol, que ya tiene nombre, que volverá a verle. Pero no lo hace.

Me compro una goma y un sacapuntas. Lápiz no, porque tengo muchos en casa. Pero ninguno tiene punta todavía. Cojo el manuscrito y leo. Se me escapan las comas, me aturullan las tildes y las palabras, amigas-enemigas, no me suenan bien. Un castaño centenario me cuenta sus historias y yo me siento ligada a la corteza rugosa de su realidad inventada. Me encabrito con el mundo y me sosiego con su calma. Miro por la ventana y no hay árboles en la calle, ni oxígeno, ni verde.

Necesito una tregua.

5 comentarios:

Iván dijo...

Leo tus amigas-enemigas.

Amigas, amigas, María, de siempre.

Gemma dijo...

Vente pa' Berlín, María, que aquí hay verde de sobra...
Un besazo

María a rayas dijo...

perplejo, amigas-amigas, aunque a veces tengamos nuestros más y nuestros menos...

Gemma...no tardaré en mucho en dejarme caer...te aviso...

un beso!!

Miguel Ángel Maya dijo...

...¿puedo ir yo también a Berlín? jijiji...

María a rayas dijo...

digo yo, ¿no?
ay Berlín, Berlín...
ay!

beso!

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas