jueves, 19 de enero de 2012

No tardarán en separarme de ti



La carretera en dirección a Toledo me ofrece una explosión de sol y luna. A un lado del autobús comienza un día muy largo, al otro termina una noche demasiado corta. Yo sonrío al recordarla y cierro los ojos para que a través del cristal ese sol de hielo la pegue a mí como un tatuaje. Olvidé pintarme los labios, olvidé dormir suficiente. Olvidé los malos días.

Luego en clase una niña con la camiseta roja y los ojos achinados me dice que sí, que tengo razón. Que ella cuando llegó nueva y nadie le hacía caso pensó que Fulanita (y señala a la niña de al lado, una rubita gafotas y con una sonrisa alegre y desdentada) no era muy simpática pero que ahora es su mejor amiga. Que a veces nos dejamos llevar por las apariencias, que a veces no damos la oportunidad de demostrar a la gente lo estupendísima, maravillosísima, súper fantástica y fenomenal que puede llegar a ser. Eso lo añado yo y todos me dicen que sí emocionados. Con este público da gusto.

Pero no soy yo, son ellos. De alguna manera me he contagiado de su entusiasmo, aunque hace tiempo que mis dientes volvieron a salir. Quiero acariciar cada una de las cabecitas que me miran alucinadas, que me dicen María, a mi tío una vez...y me acompañan hasta la puerta y me dicen adiós con sus manitas y sus sonrisas inocentes. Quizá no esté todo perdido.

Pero a mi regreso, la ciudad, aunque menos sombría, sigue teniendo un no sé qué enroscado en los árboles desnudos de las avenidas. Por suerte aún llevo en la cabeza el recuerdo de sol cuando me meto en el suburbano y esa caricia me hace olvidar las manos frías, los músculos contraídos, el cansancio. En la radio no nos dan tregua: las ondas siguen escupiendo realidades inquietantes y las facturas no se pagan solas a fin de mes. Me dejo morir en una cama revuelta y sueño con la vida propia de los dedos inquietos y torpes de un niño llamado Harris.

Más tarde me topo con este cartel: No tardarán en separarme de esta vertical que me sostiene sobre ti. Lleva ahí más de un mes, sostenido en esa vertical, resistiendo a las crisis mundiales, al pesimismo, a los días fríos, a las malas noticias, a las esperas inútiles, a los sueños truncados. Lleva ahí más de un mes. Resistiendo.

Bella poesía urbana para no perder la esperanza.

2 comentarios:

gemotilia dijo...

NUNCAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

NáN dijo...

un pequeño acto de rebelión puede provocar una megaola de esperanza en muchas personas.

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas