viernes, 16 de mayo de 2008

San Isidro Labrador

Sentadas frente a frente en la cocina, el lugar perfecto donde se guisan las mejores historias, la abuela recuerda canciones populares y canta. Todos los años pasados se dibujan en cada línea de su cara, en el brillo de su pelo blanco, en los huecos que dejaron los dientes caídos. Me la imagino en blanco y negro arreglándose con cuidado para marchar a la verbena y mirar de reojo a ese chico guapo, serio, con los ojos azules y profundos, como el océano que jamás ha visto.

Hoy es San Isidro abuela, le digo, y ella me habla del campo, de las mulas, del almuerzo, esos huevos fritos con puntilla y sus torreznos, y otra vez al campo, a trabajar, a dejarse la piel cada día, a mirar el cielo e invocar la lluvia en esas tierras amarillas y secas de Castilla. Y mientras, ella, a lavar al río, a meter las manos en el agua helada, a esperar el verano, y la fiesta y otra vez a encender el fuego, y poner el brasero y seguir echando cuentas y mirando al cielo. Así, año tras año, hasta que la imagen en blanco y negro se convierte en color, la gente se marcha del pueblo, de esa casa grande y fría, y el corral se queda vacío y llega la vejez y se sienta junto a ellos en los sillones del salón para jugar por las noches a la brisca, al cinquillo o al chinchón.

Cuánto ha cambiado la vida, se sorprende y yo me sorprendo con ella. Hago una foto con mi móvil y ella la mira, qué vieja salgo, es que eres vieja abuela, pero aquí sigues. Ella se lamenta y mira a mi abuelo, de ojos azules y profundos como el océano que alguna vez vio, sentado, ausente, dormido en la silla de ruedas. Es San Isidro Labrador, pero en vez de campo lo que tenemos a nuestros pies es una ciudad de asfalto en la que no huele nunca a trigo.

Suspira, y yo con ella.
Y tras el silencio, decidimos volver a entonar alguna zarzuela.

La foto está sacada de la página web de la villa de Macotera:
www.villademacotera.com


6 comentarios:

Avan dijo...

He de decir que yo de pequeño pensaba en serio que mis abuelos vivían en blanco y negro. Que el pasado era así. Eso sí...complicado distinguir unos ojos azules entre el gris.

Muy guapo lo del mar.

RGAlmazán dijo...

Precioso post, guapa. Un homenaje a tus abuelos y un recuerdo para ese tiempo. Un tiempo lejano pero que aún tú puedes tocar.

Besos, Salud y República

Anónimo dijo...

Qué bonito lo que cuentas. Qué nostalgia de campo, qué hartazgo de ciudad, por dios...

Anabel Rodríguez dijo...

Seguro que a tu abuela le va a encantar esta entrada. A mi me encanta y no soy ella.
Bonito recuerdo de otros tiempos, más monótonos (o tal vez no), más estáticos, pero llenos de vida e ilusiones, aunque nos parezca que todas quedaron acartonadas por la vejez.
Besos Isidros.

María a rayas dijo...

mmm....avan...si vieras los ojos de mi abuelo entenderías que pudieran distinguirse azules entre el blanco y negro de alrededor...;)

rgalmazán...podemos tocar, sí, pero cada vez de una manera más difuminada...creo que me faltan horas de conversación, tardes de brasero y mesa camilla...y que ya es difícil poder recuperar el tiempo perdido...

brujaroja...sí, sí...hartazgo de ciudad tengo yo hoy...ufff

anab...besos isidros de domingo para tí también

Gemma dijo...

Bonita crónica sentimental. ¿Ya se la leíste a tu abuela? ;-)

Un beso,

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas