miércoles, 1 de octubre de 2008

Bailaban

Bailaban. Con los ojos cerrados y la mente lejos. Llevados por una especie de fiebre rítmica y electrica. Bailaban, juntos o separados, ajenos al resto, sin pensar en quien estaba al otro lado, quien observaba. No les importaba, porque la música en las noches de olvido, lo era todo.
Bailaban y besaban sus copas, bebían de sus labios.

Yo les miraba sentado en aquel sofá de aquel salón en aquella fiesta a la que alguien, no recuerdo bien quien, me había invitado. Eran, sin duda, la pareja más extraña de la noche. Alegres y patéticos a la vez, como yo con mi whisky-cola. Con la alegría difuminada de alcohol y el patetismo propio de quien se sabe solo en una fiesta llena de gente. Pero ellos no eran como yo. Bailaban y su movimiento les liberaba de cualquier soledad nocturna.

La ciudad también bailaba aquella noche de viernes, aunque al otro lado de aquel salón caliente las calles tiritaban y en la puerta de los bares los fumadores perseguidos también. A mí, sin embargo me envolvía el humo de mi cigarro de liar y me abrasaba el aliento de una rubia transparente que no quería dormir sola.

- ¿Bailamos?

Pero aquella noche yo no quería compartir cama. Prefería hacerme el duro, guardar todos mis bailes de aquella fiesta sin nombre, para moldear, entre cubatas, la resaca de la mañana siguiente, los pensamientos trágicos.

Sin embargo ellos no, ellos bailaban. Agotados de rutinas, descansaban las mentes, enrolaban a sus fantasmas en guerras electróncias, se dejaban fluir.

Me di cuenta, entonces, que en aquella noche de olvido, era yo el único que no bailaba solo. Terminé mi copa, recogí mis miserias y decidí marcharme.

Ellos aún bailaban cuando amanecía.

10 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

Me ha divertido mucho la foto de tus amigas bailonas. Tiene cierto encanto. Pasando al texto, parece que la melancolía del otoño comienza a atacar las rayas de Marcella. Su caballero se aparta dos pasos de los demás, observa, en un discreto segundo plano, se reserva para la tragedia de la resaca.
Besitos nocturnos y bailones.

PD Me tienes abandoná

Anónimo dijo...

Qué ráfaga de luz y de belleza cada vez que abro tu blog. Desde esta planicie a la que me he incorporado (es dura la vuelta, pero menos si una se puede escapar de vez en cuando a la isla de las palabras) disfruto de las historias atrasadas, de tus cadáveres exquisitos, de la cercanía del invierno.
Qué alegría que existas y escribas...

María a rayas dijo...

Bruja...que alegría que estés de vuelta...
Anab...abandonada sí, mucho, a tí y a todos que he estado liadisima...pero ya estoy de vuelta a la ofi...y al mundo bloguero

besos a las dos
María

Gemma dijo...

El salto de la crónica al relato separado apenas por una línea finísima, ¿te das cuenta?

Aunque a mí me parece que una historia parecida de baile, copa y sofá te he leído antes... ¿Puede ser?

Abrazos

CarmenS dijo...

Seguro que con el baile se disiparían algunos rollitos malos. El que no bailaba igual no quería quitárselos de encima.

Anónimo dijo...

Ummm... Noches de soledades, de sentimientos acunados en retorcidas nubes de nicotina y reflejos afectados por el alcohol. Quien no ha tenido una de esas?.

Que grande y que bien sienta un momento de melancolía e introspección. Eso si... Mientras solo sea uno.

¿Quizás el personaje muestra más de la escritora que de si mismo?

Álvaro Dorian Gray dijo...

El que baila su mal espanta... ¿o era canta? Bueno cantemos y bailemos que ya es fin de semana.
Saludos y salud

Anónimo dijo...

Qué buena esta frase: Bailaban y besaban sus copas, bebían de sus labios. Y qué divertida la foto. Y qué bonitos los sombreros.

Anita dijo...

Y la felicidad de quien baila y va a lo suyo???... sin importar nada más que el momento y la música???

En la mayoria de ocasiones el "amigo cubatilla" ayuda a q no te ataque el "qué dirán".

Muy bien escrito, como siempre (y el tema musical de fondo, como siempre transporta al momento de los hechos,jajaja. Genial!). Buen finde. Muakk

María a rayas dijo...

Es cierto Mega, iba para crónica y acabó en relato, me lo pedía el cuerpo...y oye...que poco recurrente en mis temas...siempre repito...

Cecilia, yo creo que a veces nos gusta regodearnos en la mierda...somos así de masocas...

anónimo...muestran de la escritora, muestran, pero menos de lo que piensas seguro!!!

álvaro, creo que era quien canta su mal espanta...¿cómo fue el fin de semana?

Fusa, realmente fue la foto la que desencadenó el relato...es una foto divertida verdad?

Anita, la felicidad del que baila es innegable, lo que pasa es que la música siempre se acaba y entonces vuelven los problemas...

aunque estoy pensando que no, que hay veces que se aclaran las ideas...

un beso a todos

Cuento a la vista

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La parte niña del vestido a rayas