viernes, 31 de octubre de 2008

Tempelhof


Tengo una berlinesa durmiendo en mi casa. Una berlinesa de verdad, de toda la vida, de Kreuzberg para ser más exactos. Ella me descubrió uno de mis rincones favoritos, Admiralbrücke, un puente junto al canal en que los días de sol uno puede sentarse tranquilamente a beber una cerveza y escuchar alguna banda de swing, ver payasos callejeros en pleno espectáculo, o simplemente observar el ajetreado ir y venir de bicicletas y gente. También los mejores atardeceres...
Tenerla en casa, es tener mi trocito de Berlín particular, mi manera de viajar sin billete.

Solo esto, su presencia, podría ser motivo suficiente para hablar hoy de esta ciudad-talismán, pero lo cierto es que la idea de esta entrada me ha venido a la cabeza esta mañana cuando he abierto el periódico y he leído que ayer, definitivamente, se cerró el aeropuerto de Tempelhof.

Sabiendo que su cierre era inevitable, este verano Fran y yo fuimos a echar un vistazo a este lugar. Cruzar sus puertas era como estar de repente en otra época. Sus paredes, los letreros, sus puntos de facturación, guardaban un aire hortera y nostálgico que conmovía. Pero el movimiento era mínimo. Muy pocos vuelos, muy pocos pasajeros y un no sé qué inquietante...

Fuera llovía sin importarle el verano (y mi maleta cargada de sandalias, ¡cómo si no conociera esta ciudad tramposa!) y nosotros paseábamos por todos los rincones que habíamos deseado visitar y habíamos ido dejando pasar.

Recuerdo que pensé que Berlín era precisamente eso, una yuxtaposición de experiencias que uno olvida, que va dejando pasar. Un lugar decadente y nuevo, lleno de regeneración y de historia, de papel de regalo y termitas. Y Tempelhof, donde la grandeza y la miseria se dan la mano en una única terminal, es la mejor muestra de ello.

Este aeropuerto lo construyeron prisioneros judíos cumpliendo los sueños delirantes de un genocida, y lo convirtieron en leyenda aviadores cargados de provisiones durante el bloqueo patricida de una ciudad con dos almas.

Qué será de este lugar,
para qué quedará,

sólo Berlín sabe...



10 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

Enhorabuena por tener un trozo de Berlín en tu casa, supongo que estará disfrutando debidamente de tu otra casa, de Madrid.
No conozco el aeropuerto, en realidad no conozco nada de Berlín, pero te noto un pelín nostálgica. Aunque en la foto se te ve guapetona y alegre.
Besos

Walter Kung Fu dijo...

Mikto Kuai me acaba de confirmar que, efectivamente, ese puente se veía desde Il Casolare, donde tomamos una estupenda pizza y una cerveza de trigo cuando estuvimos. Tengo un gran recuerdo de ese puente, pues iluminado por el sol del mediodía se convertía en un maravillo lugar donde estar.

Bonita del Norte dijo...

mmm pues esta noche tu trocito de berlín, la autora y una servidora se lo van a pasar en grande... como aquel disfrutamos en el porn festival en berlín, pero esta vez... en Madrid... Que extraño y a la vez increible... al final lo que importan son las personas... somos nostros los que construimos lamagia de los lugares y las que lo destruimos...

Gemma dijo...

¡Qué lástima que lo hayan cerrado! Y sin embargo lo han querido así los propios alemanes.

Hoy se cierra una parte (no pequeña) de lo que fue Berlín, la ciudad del reciclaje continuo...

Un abrazo

RGAlmazán dijo...

María, guapa, tienes un "regalito" en Kabila.

Salud y República

Álvaro Dorian Gray dijo...

Se te nota que quieres a Berlin, como por arriba escriben, sientes nostalgia.
Ese aeropuerto debía de ser muy especial, lastima no poder verlo más.
Saludos y salud

Don Segismundo de Valonsadero y Medinaceli dijo...

A mi Berlin me encanta, aunque no he ido todavía. Lo que describes es emocionante y suena a sortilegio de la Selva Negra. Me han dicho que al muro ya nadie le echa de menos, aunque lo del Puente de Charlie se ponen las botas con el negocio de las chorradas de los que estaban antes y ahora ya no están. Voy a comentar tus expliacciones a Carmela, que tampoco ha estado en Berlin pero que le encanta, oye.

NáN dijo...

Jó qué suerte, tener una berlinesa de verdad en casa. La mía es un dibujo.

Seguirás llegando a Berlín, por donde sea. Eso es lo que importa. Una y otra y otra vez.

ETDN dijo...

Eiii, ¡vuelve ya de Berlín, o de donde andes!

La sesión de ayer del Bremen no fue lo mismo sin ti...y tus pistolas o puñales o lo que tocara esta vez, chica dura, jajajja.

besitos

María a rayas dijo...

Walter, en efecto, está junto a Il Casolare, pizza perfecta, vista perfecta...¿algo más se puede pedir?

Nan...berlinesa y además majísima...se quedará unos meses por aquí (pero ya no en mi casa...:( asi que ya habrá oportunidad de que nos enseñe a beber cerveza...

ETDN...estoy de vuelta...pero no de Berlín...ójala!!!

Valonsadero, si te encanta y no lo conoces...entonces te vas a volver loco cuando lo conozcas...no digo más...

la ciudad del reciclaje continuo (que buena descripcion amiga Mega) me produce cierta nostalgia, sí, pero Álvaro, Anabel...es algo a lo que estoy acostumbrada asi que ya no me duele...

Rafa...jiji...gracias por el Meme otra vez...lo estoy rumiando...

Señor_ina...es cierto, las personas hacen las ciudades, pero a veces no lo vemos...


un abrazo a todos!!!

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas