miércoles, 26 de marzo de 2008

Érase una vez...

Últimamente, no sé qué me pasa, no tengo ganas de comprar el periódico. Debe ser que me saturé de información durante las elecciones, y ahora, de vuelta de vacaciones y de la ausencia de noticias, no quiero saber nadanada del mundo. Que le den. Sin embargo, luego me entra cargo de conciencia, porque paso por delante del quiosco de Barquillo, y Teresa me ve, yo sé que me ve, y piensa, la pelirroja gafapasta hoy no me compra el periódico. ¿se estará leyendo un libro interesante? Pues sí, estoy enganchada, pero eso es otra historia.

Por suerte, sin embargo, hoy me ha dado por comprarlo, (no he podido burlar la mirada de Teresa, que por cierto, también es pelirroja). Así que he comprado Público, que es más barato y tiene menos páginas. El mundo, otra vez de vuelta y vuelta, Sarkozy acaparando noticias, China oprimiendo Tibet, apuestas sobre el nuevo gobierno y despedida a Azcona. No está mal para empezar. Pero a lo que voy hoy, joder como me enrollo, es que en las páginas de cultura he encontrado una noticia sobre Juan Múñoz Martín, que no es mi vecino del quinto, aunque podría serlo, sino el escritor de Fray Perico y su borrico, uno de los personajes más entrañables y maravillosos que he conocido jamás (con permiso de Coleta la Poeta).

Y he pensado en los libros que leía cuando era pequeña, pizpireta y sin flequillo (flequillo, por cierto, al que hoy le he declarado la guerra, no lo soporto más...esto va a acabar en divorcio) He recordado aquellas novelitas maravillosas con las que dormía cada día, heredadas, muchas, de mi hermana, que en la cama de al lado, devoraba, como yo, esas enoormes historias. Me he acordado de Veva, del pequeño Vampiro, de los Cocodrilos del Barrio, de Doble-P, de las historias de Ninguno, de Fray Perico, de Celia y de Pumuky. No eran Harry Potter, no acaparaban portadas en revistas, ni se hacían colas en las librerías para comprarlos, pero consiguieron lo más importante:

hacer revolotear todos mis pájaros
llenar de color mis fantasías,
inspirar mi imaginación
despertar todas las historias que me habitan

Sólo por eso, érase una vez, esta entrada...
Se lo debo.

10 comentarios:

AROAMD dijo...

no sé por qué, el Hombrecillo y yo, últimamente, hemos hablado mucho de los libros de El Barco de Vapor. Él es más de La señora Frisby y las ratas de Nimh... y yo más de Abuelita Opalina o La nariz de Moritz... aquel librito fantástico de un cartero que olía las cartas y se enteraba de las noticias que contenían... buenas o malas...
besos mariflower

AROAMD dijo...

ah! yo tampoco tengo muchas ganas de comprar el periódico... pero... lo compro, y es taaaan aburrido, tan poco fiable

cuándo organizamos la alternativa??? si somos muchos!

Mario Fizzio dijo...

resulta que Pumuky también tenía el pelo rojo, cuando no era invisible, claro...

(¿por qué la invisibilidad de Pumuky me hace pensar en el gato de Chesire?, a él se le podía descubrir la sonrisa)

david dijo...

El de la Señora Frisby era buenísimo. Pero mi favorito, siempre, el de De profesión, fantasma. Brutal. Luego tanto Amenabar y tanta historia... y no hay fantasmas como aquel chavalín okupa. No los hay.

Anabel Rodríguez dijo...

Yo era más de Michael Ende, Momo, y esas cosas, aunque la Historia Interminable, se me hizo eso, interminable. Todavía hoy guardo muchos de los libros que tenía cuando era pequeña.
Muchas veces pienso que es necesario reivindicar a todos esos autores que fueron los que realmente nos iniciaron en el vicio de la lectura: desde Gloria Fuertes a Louise May Alcott, y por supuesto Juan Muñoz Martín. Pero también a Ibañez, Jan, Escobar...y todos los autores de comic, que estoy segura que también tienen algo de responsabilidad.
Me encanta como escribes María (te juro por Pumuki que no es mentira)
¡Vivan los rizos y las pelirrojas!. Aunque en mi caso lo del color de pelo es temporal, y debido únicamente al tinte.

María a rayas dijo...

pensando, pensando, me he dejado un montón de libros...me estoy acordando de uno que me gustaba mucho que se llamaba "Nacida en domingo". Me vendieron la milonga de que yo tb había nacido en domingo y me engatusaron, luego descubrí que no, que nací en viernes, pero el libro ya era uno de mis favoritos...

A Pumuky, Mario, que más bien tenía el pelo naranja que rojo, lo descubrí primero en dibujos, y luego me leí los libros...por cierto, Marcella, el vestido y las rayas, te dan la bienvenida a este lugar de la red...

David, de Frisby ni idea, pero el fantasma sí que me suena (aunque vagamente)

Anab...jiji...que cosas relindas me dices...pero te confesaré una cosa...los rizos son 100% naturales, el rojo del pelo 100% coloración "natural" (ups)

Jar...hoy pase del periódico...

besos a todos

Bonita del Norte dijo...

yo de pequeña, ponia una toalla en la rendija de la puerta para que mi padre no viera la luz que salía de mi habitación y me quedaba leyendo hasta las mil de la mañana... y recuerdo unos libros heredados, con las páginas amarillas y celo reparando las portadas... las aventuras de Los Cinco. Eran libros de mi madres de cuando era como yo... y hace poco me confesó que se iba a dormir a la habitación más recóndita de la gran casa de aldea de mis abuelos para que nadie se enterara de que se quedaba leyendo hasta las mil de la madrugada...

Gemma dijo...

Los cinco, quién no los recuerda, y sobre todo Momo, una maravilla de personaje. Desde entonces no me fío de los señores grises...

Bonito tu homenaje.

Anónimo dijo...

Jajaja, ¡tengo el libro de Frai Perico! Y el de Coleta la Poeta también. ¿Conoces el de El Hombrecillo de Papel?

María a rayas dijo...

Magapola...no me acordaba del Hombrecillo de papel...pero afortunadamente Google es un fiel amigo y me lo ha "regresado" a la memoria (google y tú, claro..)

¿cómo podía haberlo olvidado???con lo que me gustaba...
beso

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas