sábado, 7 de junio de 2008

Damasco

Fran se marcha a Damasco. Con una beca. A una ciudad de nombre bello, que yo imagino de color amarillo, y llena de olores. Se va de Berlín y yo siento que haciéndolo se corta ese cordón umbilical que todavía me une a la ciudad del muro, y de repente me atacan todos los fantasmas y vuelvo a sentir esa angustia agarrada al estómago, como si fuera yo la que volviera a huir de ahí.

Y le imagino nervioso.
Inquieto.
Lleno de planes y mariposas.

En su huida precipitada, Fran recogerá el millón de libros que ha ido acumulando durante estos tres años, todos los papeles, todos las citas copiadas con su letra redonda y esperpéntica. No tendrá tiempo de visitar todos los lugares que le hicieron feliz, todas las esquinas cruzadas a pie o en bicicleta, todos los restaurantes de comida barata. Se llevará, en la maleta, su colección de recuerdos etiquetados y organizados y no mirara atrás. Volverá a Madrid, a deshacerse de esos tres años de árboles amarillos, películas sobre la cama, mercados turcos, cervezas Berliner, kebaps, exposiciones, mercadillos domingueros, visitas. Y con la maleta vacía volará hacia un lugar nuevo, una cultura nueva. Sumará un idioma más a su larga lista y paseará por los mercados y bazares, preguntará a los tenderos, se mezclará con la gente y en su rutina estará feliz y tranquilo. Aprenderá, observará, absorberá, y volverá de vez en cuando a compartir abrazos y visiones en visitas efímeras que compartirán la alegría del rencuentro y la tristeza de una nueva despedida.

Damasco, ciudad de nombre bello que mi ignorancia sitúa sólo en un lugar poco preciso de Oriente Medio. Lo busco en google. No tiene mar y pienso, que como yo, Fran no es una persona de mar, sino de ciudad, así que no importa.

Será feliz de todas las formas posibles. Seguirá creciendo. Seguirá lejos de lo convencional y lo seguro. Lejos de Madrid.
Y yo, tendré un lugar que visitar el próximo verano...


6 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si es una bendición o un espanto (me inclino por la primera opción) la vida ésta que tenemos, que nos lleva (a mí, no, pero yo ya soy mayor) a deambular por el mundo para que aprendamos de una vez, que no hay más patria que el planeta, ni más ciudadanía que la del mundo...
Suerte para tu amigo, y empieza a pensar en viajar a esa ciudad amarilla...

ETDN dijo...

Cuántas ciudades tienes en tus maletas, cuántos amigos en el pasaporte.

Qué afortunada, muchacha del vestido a rayas.

me alegra haber coincidido contigo en una de tus travesías ;))

bss

NáN dijo...

Tener un amigo así es la mitad del cielo.

Anabel Rodríguez dijo...

Fran conociendo mundo, y vosotros, sus amigos aprovechando la ocasión. ¡Estupendo!. Feliz viaje, feliz estancia, y feliz regreso.
Saludos

Bonita del Norte dijo...

que tia... sabes que en ese viaje tienes compi de maleta, aeropuerto y cansancio... jijiji, que guay tener amigas con amigos que viajen tanto

María a rayas dijo...

anab, ETDN...me gusta tener amigos a los que poder visitar en lugares exóticos y mágicos...pero a veces me gustaría mucho más tener esos mismos amigos a tiro de línea 1, o de calle pelayo...y llamarles un domingo de sol y marcharme con ellos de cañas y soñar con países ajenos y compartirlos en nuestra ensoñación aunque nunca lo visitáramos...
a veces eso es mejor...

Brujaroja...yo también lo pienso...¿bendición o espanto? somos nómadas que soñamos carreteras pero que luego, una vez mochila al hombro, lloramos por lo más rutinario, lo más sencillo...

Nán...los amigos siempre son una pequeña parte de cielo, aunque a veces nos duelan un poco...

señor_ina...siempre te hago un hueco...lo sabes...

besos a todos

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas