miércoles, 6 de febrero de 2008

Historias de un vagón de cercanías

No lloraba pero estaba a punto. Con el cuerpo sobrecogido, los ojos muy abiertos y la boca sorprendida, sin atreverse a pasar las páginas de la novela. Me habría gustado saber qué libro era, pero lo llevaba forrado en periódico (gratuito) así que no me ha servido de nada alargar el cuello. Me he apoyado en la ventana y he mirado mi reflejo. Llevo pelo de leona, me pasa siempre que tengo el pelo recién lavado, que los rizos pierden fuerza y se me resbalan. Me olvidé de pintarme los labios, tengo ojeras. Es sólo Martes.

A la chica que se ha subido en Chamartín de repente le suena el teléfono. Afino el oído. Pero el tío de al lado lleva uno de esos malditos móviles-radio-casette y escucha reggeton y yo me quedo con las ganas, como siempre, de dirigirme a él con amabilidad forzada e insinuarle que se ponga unos cascos y deje de molestar a todo el vagón. Pero no lo hago y me pongo de mala leche porque soy incapaz de hacerlo. La chica sigue hablando por el móvil. Ríe.

De repente se sube uno de esos abuelitos entrañables que te llevarías a casa. Qué casualidad, conoce a la chica de la novela. ¿de qué? Se sientan juntos y empiezan a hablar. A ellos si les oigo porque están más cerca, y porque hablan alto, (él debe estar medio sordo). Pues sí, entiendo lo que dices querida, se lo digo yo a mi hijo, que los jóvenes de ahora valéis mucho y no tenéis tantas oportunidades. Intento concentrarme en el periódico, pero hoy entre los pelos de leona y el día gris, estoy revoltosa.

También me gusta la pareja del niño. Es tan lindo. Con los ojos grandes, la piel café y los rizos alborotados. Contrastan. Él y ella, y me gustan por eso. También porque él siempre juega con el niño mientras ella se apoya en su hombro y duerme.

Bueno Don Miguel, yo me bajo aquí, tenga un buen día. Guarda su libro forrado en periódico (gratuito) y se marcha. Cada vez queda menos y quedamos menos. Empiezo a recoger mis cosas, la bufanda, la bolsa de la comida, el periódico que digo yo que para qué y el abrigo.

El chico del Reggeton también se levanta. La chica del móvil colgó y mira por la ventana. Ella sigue dormida sobre su hombro y el niño de ojos grandes da palmas nervioso bajo la mirada intensa y aterciopelada de su padre. El abuelo sonríe complaciente y ojea un periódico manoseado y abandonado en el vagón...

No lo puedo remediar, no lo cambiaría por un coche.
Me encanta...

4 comentarios:

Avan dijo...

Hubo un tiempo en el que el bus 18 me robaba unos 60 minutos al día. Estaba petado de gente con cara de pocos amigos, principalmente debido a que las paradas estrella de dicha línea son universidad (antepenúltima), tanatorio (penúltima) y hospital (meta). Arribaba a mi marquesina cuando le daba la gana, unas veces a y cinco, otras a y diez, no tenía la magia de los raíles, cuando me subía ya estaban todos los asientos cogidos, pero lo peor de todo es que en hora punta se petaba de gente que no había tenido a bien ducharse, el olor se hacía insoportable, provocaba vómitos que a su vez provocaban más olor de tal modo que muchos de los que iban panchamente camino de la universidad se veían obligados a posarse dos paradas después…. A pesar de todos estos detalles guardo buen recuerdo de aquellos viajes.

Anónimo dijo...

o tengo mis propios conductores de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) son David y Javi, David es el de las 9 muy seco y soso, pero tengo que coger el bus de las 9 si quiero llegar a mi hora al trabajo. Javi es el de las 9.20, es más agradable... No me importa coger el autobus por las mañanas, me gusta el autobus, lo malo de mi autobus es que pasa cada 20 minutos y ahora con la huelga... a saber... Aprendes mucho en el transporte público, pero creo que Don Carnal y Doña Cuaresma prestan mucha atención al metro y poca a los autobuses... en fin...

Gemma dijo...

Yo tampoco lo cambiaría por nada, María. En efecto, cada vez somos menos.

Un abrazo.

María a rayas dijo...

esta mañana en la planta de abajo de mi vagón alguien ha empezado a desgañitarse con una guitarrilla y a cantar a lo de siempre (el amor y el desamor).
La señora que estaba a mi lado y yo nos hemos mirado con cara de "que he hecho yo para merecer esto...que es muy pronto joder..."

pero luego no he podido dejar de reírme...

Cuento a la vista

Cuento a la vista
La parte niña del vestido a rayas